
Todos lo sabemos: antier, una decisión del umpire de primera base en la 9na entrada del juego entre Detroit y Cleveland dejó sin posibilidad de obtener un juego perfecto al pitcher Armando Galarraga. La web está ya llena de discusiones, unas acaloradas, otras apelando racionalidad, otras francamente estúpidas y macheteras: todas llevadas por un ánimo aclaratorio. No se apacigua el sentimiento de lo sacudido hasta no encontrar risco del cual asirse. Lo mismo ocurre ahora, y no es sino una solución, que quizás no llegue nunca, la que dará fin a la alharaca causada por (lo dice el video) una mala decisión del umpire. ¿Mala decisión? Vuelvo sobre mis propias palabras: el béisbol, entre sus grandezas, tiene la de ser una actividad definitivamente humana. El béisbol, ya sea como estrategia o deporte, se comporta siguiendo formas de conocimiento similares al modelo de pensamiento del ser humano: decisiones difusas, procesos no necesariamente estructurados, normas no escritas. La decisión del umpire no es una mala decisión: es una decisión y punto. La discusión debió acabarse con la señal de los brazos extendidos por el umpire.
Creo que la lección es simple: el umpire hizo bien. Se equivocó en su decisión, sí, pero esa decisión fue tomada sin prestar atención a la situación, a los equipos que juegan, a la relevancia del partido. Cada jugada debe juzgarse de manera independiente, y eso fue lo que hizo el umpire. Así es el béisbol.