Las idas son tan tremendas como las vueltas: no se está, nunca, en ese sitio: cualquier camino -me digo a veces, poco convencido- es simplemente una hojeada. Ir por aquí, nomás esdrujulando, no parece ser tan audaz. Otra cosa, la dejadez. Una como costra cubre las cosas si no se les abofetea. Irse es una bofetada. Irse y no. No me he movido de este suelo. Pongo mis pies. No me he movido. Irse es una bofetada. Volver no es amargo. Estamos de vuelta. Ya me he ido.
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2 comentarios:
Chingon¡¡
¿Dónde andas, Carlos?
Manel
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