La belleza admite definiciones diversas. Una de ellas ocurre siempre que se juega al béisbol. La franqueza de una lucha en la que ese que defiende abre la puerta a la posibilidad del ataque es no solo grandiosa, sino sublime. Ya no digamos de lo tenso y exacto de la belleza que es la contención de juez y partes en un área tan pequeña como nuestra presencia en el mundo: somos para hacer y ser juzgados por ello. Lo aceptamos y eso es un diente más del engrane que extiende el hilo de lo vivible y contagioso. Mirar como cabe en un período de 3 horas el levantamiento de una montaña a partir de pedazos de tierra y de virtud llena de muchas cosas buenas la vida.
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Epílogo: Japón eliminó a Cuba del Clásico Mundial de Béisbol, dejando a un equipo impensablemente perdedor con la posibilidad, apenas, de un 5to lugar. Ver el juego me demostró, a manos llenas, en dónde prevalecen la belleza y la razón.
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