lunes, 26 de mayo de 2008

El cine: simple, como a veces tiene que ser

La simpleza en el cine debería de ser considerada una virtud. Pero no: mamarrachos snobs e intelectuales del Sanborn's nos quieren hacer creer que el cine válido se basa en lo complejo, en lo ilegible y en referencias oscuras. Son los mismos que alaban a Lezama Lima y a Gilles Deleuze mientras mascullan pestes contra Ibargüengoitia y Queneau (porque -no lo reconocerán jamás- no saben cómo disfrutarlos; o, simplemente, la imbecilidad es tanta que no alcanzan a entender nada). El caso es que Planet Terror, la última peli del impreciso Robert Rodríguez, es una gozada: un cine simple, simplísimo, lleno de situaciones directas y delirantes. Trasladarse del miedo a la risa al miedo a la risa al miedo a la risa en menos de dos horas es una experiencia contundente: somos costumbre y cuesta mucho desenredarnos de ella. Cada vez que ello sucede, nos montamos en el gozo. El desenfado en el cine es siempre refrescante, sobretodo cuando la cartelera -como sucede desde hace tanto- está plagada de cintas huecas, pretenciosas, aburridas e inconsistentes.

(Gracias, Nelson, por el videillo)

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