lunes, 23 de junio de 2008

Lo emblemático de una falsedad

Esto de las micronaciones llama mucho a chiste, pero, en la mayoría de los casos, no lo es: pedazos de mundo y tierra convertidos, con absoluta seriedad, en territorios libres y soberanos. Y hay de todo, desde la plataforma abandonada que contiene a los treinta y pico habitantes del Principado de Sealand, hasta Christiania, aislamiento forzado y hermoso dentro de esa otra hermosura que es Copenague. Oxímoron territorial, Christiania me pareció un absurdo: negar las fronteras levantando las suyas. Eso sí: se respira un ambiente despreocupado, antojablemente libertino, en una ciudad como Copenague, de suyo relajada. Repito: las micronaciones: puñados de tierra, algo de infraestructura y un remedo de frontera -mar, río, valla, pared- son suficientes para declarar autonomía. Pero me entero de una micronación más ambiciosa: los Reinos de Elgaland-Vargaland, abreviada KREV. De entrada, su demarcación no solo obedece a metros cuadrados: hay toda una intención global, colectiva y multitudinaria que, como manifestación artística, me sorprende. En palabras de ellos, habitantes de singular nación: "Elgaland-Vargaland is the largest – and most populous realm on Earth, incorporating all boundaries between other nations as well as Digital Territory and other states of existence. Every time you travel somewhere, and every time you enter another form, such as the dream state, you visit Elgaland-Vargaland."

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