Llegará el día en que, volteando a ver, me pregunte muchas cosas. Pero, más que preguntarme, confirmaré: somos, en ese momento, y nada más. Eso que somos es tan efímero como el deseo: va y viene, nos reacomoda la vida: nos mantiene al borde, siempre al borde de lo que requerimos, agotamos, sentimos. Eso que somos no alcanza a definirse sino en el tiempo mutilado, escaso, de la espera: algo nuevo se prepara siempre. Después: ya es otro el camino, otro el riesgo, otra la vida: otro el deseo: otros somos. Mirar al pasado ―2 semanas, 10 años, 1 hora atrás― es confirmar lo que perdimos y lo que ganamos. Quedará lo que importa, quiero pensar...
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