viernes, 22 de agosto de 2008

Un registro casi divino

De vez en cuando nos hacemos de discos que nos hacen ver y pensar la música (sí: verla y pensarla) de manera diferente. Carestini - The story of a castrato es uno de esos discos. Ya conocía a Philippe Jaroussky, contratenor algo más alto que Andreas Scholl, por su interpretación de unas cantatas de Vivaldi. Me gustaron, sí, pero algo hacía falta. Hoy, lo sé: hacía falta demostrar hasta donde sabe este Jaroussky llevar su tesitura, su pitch, su cadencia, su maestría con una voz que, sí, es forzada (a diferencia de otras, quizás más populares, como la de tenor o la de soprano), pero que incide sobre rincones que nadie más alcanza. Se debe inevitablemente comparar la voz de este francés con la de Abdreas Scholl. Algo más alta, repito, pero igualmente intrigante. La de Scholl, ni quien lo dude, es superiormente emotiva. Y, claro, que a uno de la por preguntarse porqué no habrá más papeles para contratenor (salvo el barroco, nada).

Lo que queda de las Olimpíadas

¿De qué trata la emoción de las Olimpíadas? Todo en ellas es una fiesta, aún en la derrota, aún en el dolor físico. Pero, ¿por qué? Entiendo el alboroto cuando alguien como Phelps viene y hace ver fácil lo que a la humanidad le tomó, lo menos, los últimos cien años. ¿Y lo demás? Hay muchas cosas, sí que las hay, pero pocas, poquísimas de ellas me quedarán. Por eso: unas fotos. La fotografía, ya lo dice Nelson, captura el momento. Lo vuelve perdurable. Lo desacraliza, también, al exhibir, poner en evidencia: al desnudar.

 

Bueno, pero si de Olimpíadas se trata, mejor verse la peli “Olympia” de la grandísima Leni Riefenstahl y ya está. Eso sí que perdura...

 

martes, 19 de agosto de 2008

La verdadera Pasión

La Iglesia no ve pasar el tiempo: estacionada como está en la ignorancia y en el más completo anacronismo, solo alcanza a ver el coro vetusto de los fieles obtusos. Y eso sucede aquí. Y sucede allá. Sucede en cualquier parte, tan internacional es su incapacidad de reacción, faltos como están de razón.  Retomo el poema de G. Rojas: ¿Qué haría Jesús, ese grande, si los viera así, todos míseros y envueltos en aires con olor a viejo? Un puntapié, seguro, les diera en el hocico.

 

lunes, 18 de agosto de 2008

La expectativa como fuente de desencantos

"Informe", de Rafael Lemus

(¿salva un cuento a todo un libro?)

Veamos: quien ejerce la crítica, se expone. Al publicar ficción, se revela: la disección como lectura. No se lee igual al crítico que al cuentista, claro que no. Uno busca pistas de eso que se aplaude o de eso que hace bostezar: al encontrarlas, el asunto parece concluido: el crítico cayó en la trampa. ¿O no? Los cuentos de Rafael Lemus, a quien sigo por entre las páginas de Letras Libres, no dejan de lado el objeto de la admiración: lo reconoce. Pero nada más. Parece que se agota al leerlos y no puede extenderlos, reinterpretarlos: dejar de ser crítico y convertirse en otro alucinado más. Salvo uno, los cuentos de este libro se agolpan en lo mismo, saben a materia predefinida y algo sosa. Aburren. Salvo, insisto, uno de ellos. Al final, ya perdida la esperanza y soltando un suspiro de derrota (la derrota es de todos, lectores y leídos), aparece un cuento fenomenal: el tema es otro, la manera de abordarlo es otra, el resultado -inquietante, posiblemente triste, fantástico- es otro.

Sí, 1/8 de libro sí que puede sernos bastante y suficiente.

viernes, 15 de agosto de 2008

Hoy sale "The Clone Wars" en el cine

jueves, 14 de agosto de 2008

Uno de Nicanor Parra

Fragmento de Los vicios del mundo moderno

 

Tratemos de ser felices, recomiendo yo, chupando la
                    miserable costilla humana.
Extraigamos de ella el líquido renovador,
Cada cual de acuerdo con sus inclinaciones personales. 
¡Aferrémonos a esta piltrafa divina!
Jadeantes y tremebundos
Chupemos estos labios que nos enloquecen;
La suerte está echada.
Aspiremos este perfume enervador y destructor 
Y vivamos un día más la vida de los elegidos: 
De sus axilas extrae el hombre la cera necesaria para
                    forjar el rostro de sus ídolos.
Y del sexo de la mujer la paja y el barro de sus templos. 
Por todo lo cual
Cultivo un piojo en mi corbata
Y sonrío a los imbéciles que bajan de los árboles.

 

París era una fiesta

Escucho en la radio –estas cosas nomás no pueden saberse de memoria, ¡qué va!– que hoy se cumplen no sé cuántos años de la muerte de Bertold Brecht. Inmediatamente, el recuerdo: días en París con una vida ya asimilada y, aunque ajeno, cercana a mí. París era ya mi ciudad. Y en ella iba y venía, buscando lo que cada uno busca. Claro: una ciudad como París lo permite todo. Así que hay, sí, hay lo que uno desea encontrar. Tanto hay, a veces, que no deja espacio para más. Eso me pasó, con el teatro. Poco, poquísimo. ¿Por qué recordar a Brecht, entonces? Porque eso que fue tan poco, tan espaciado, tan inesperado, fue también –visto a la distancia segura que dan los muchos kilómetros y los casi 4 años– una experiencia. Hoy, escuchando el nombre del poeta (no, no me equivoqué: poeta), hoy recuerdo y veo en mí esas infrecuentes experiencias. Creo que sí, que debo agradecerle a Brecht algo. ¡Que sé yo qué! Ahí está, es mío, lo vivo y lo notable no es Brecht sino el tiempo y el momento y lo que me dijo y dije.

 

¡París era una fiesta, cómo que de que no!

 

miércoles, 13 de agosto de 2008

Haydn, algo así: tremendo...



"Die Schöpfung" (lo que en alemán debe significar "La Creación"), obra debida a un muy clásico Joseph Haydn, es una musicalización soberbia del momento menos dramático de la humanidad: la creación de la tierra, los mares, el hombre. Y digo menos dramático porque, a final de cuentas, ¿qué coños podía haber de dramático en un Edén, sin mayor angustia que los 2 metros que separaban a Adán de una fruta apetitosa? Sí, sí: luego vino Caín, la tribalización del hombre: su debacle como rueda histórica etc., pero eso fue después y en esta delicia musical no hay cabida para dramas griegos. Aplica, solamente, la omnipotencia de un Dios de repente intervencionista y gracioso...

martes, 12 de agosto de 2008

La física de partículas: esa musa resbaladiza



Mi amigo Roberto me envía el link: ¿cómo no dejar el asombro en otro lado? Hace un momento escribí por ahí que ya no hacemos nada. Nadie. Y vienen unos infames a musicalizar algo a todas luces -y a ojos del neófito- aburrido. Pero no, no lo es: conmueve lo fácil de la burla y el intento, no sabemos si involuntario, por desacralizar. ¡Ah, la frescura de un momento adornado con partículas! Sabe a algo que estuvo cerca y se me fue... O dejé ir, ya eso no importa.

lunes, 11 de agosto de 2008

Philip Glass, improbablemente apaisant

Las razones por las que no resulta tan chido salir con un T-Rex

viernes, 8 de agosto de 2008

Un tezto mal traído a cuento

La cuestión del poema

 

No es el tiempo

 

                                como si lo fuera

 

pudiera se la palabra

 

                                (sin embargo...)

 

no hay razón que valga

 

¿Cómo se defiende lo indefendible?

Híjole, aún no me repongo de la sorpresa de escuchar voces oficiales, no oficiales, oficialistas y de barriada clamando -sí: clamando, rogando, suplicando- perdón para un mexicano, asesino y violador, que fue ejecutado hace unos días en Estados Unidos. ¿A qué hora es noticia el castigo a los cabrones? Da pena: no él, que bien merecido lo tenía; da pena rozarnos con el patriotismo como motivo de descargo. Eso sí que da pena.

Una serie de TV como las que de veras gustan


En época de series de TV unas más buenas que otras, con mucha risa y mucha sorpresa y hasta fisgoneo (ayer vi, por primera vez, un capítulo de CSI que no tenía pierde en esto de alimentar mi curiosidad malsana). Me gustan varias: The Office, Arrested Development, Friends (aunque algo sosa después de verme las anteriores), un poco de curiosidad telenovelesca de Desperate Housewives, los tetazos de The Big Bang Theory, una búsqueda frontal del morbo con Grey's Anatomy etc. Pero cualquiera de ellas es casi nada al lado de Metalocalypse, la serie animada que sigue las peripecias del fenómeno cultural más grande y redituable de la historia: el grupo de metal extremo Dethklok. Camenchi me dice que no le halla humor por ningún lado; será que no gusta, como yo, de la absurda monotonía de la fama, de la cercanía del gore como motivo de risa y de la música -¡ah, la música!- que suena a algo distinto y bueno. Hace un rato me compré la primera temporada, que espero terminar de ver este fin de semana, y ya sé que pronto vendrá la segunda. Chido como solo lo chido.