El Clásico Mundial de Béisbol termina hoy, con el juego final entre Corea y Japón, únicos equipos merecedores de estar ahí, a un paso. El trofeo del Clásico se quedará en Asia. ¿Con qué nos quedamos nosotros? Con avisos y alarmas, con ciertas lecciones que nuestros equipos –caribeños y norteamericanos– deberían sentarse a analizar:
1. La vuelta a lo elemental: toque de bola; correr las bases y abrir la posibilidad de que un sencillo se convierta –usando piernas, velocidad e inteligencia– en un doble; saber cuándo robar una base, robando antes el lanzamiento al pitcher, aprovechando bolas lentas y aquellas que caen, distrayendo al cátcher.
2. Saber batear: no solo conectar hits: también, ajustar el swing en función del pitcher; incomodar su zona de strike; aprovechar las esquinas y saber levantar bolas que caen: la curva como oportunidad.
3. Jugar como equipo, no en equipo. Un juego se gana si se construye una victoria. Es cierto: muchas carreras caen como resultado de potencialidades individuales, pero mucho se logra levantando poco a poco el triunfo. En latitudes tan poco favorecidas con el batazo largo, como la nuestra, es urgente repensar en un béisbol de toque, de puesta en juego, de robo y coordinación de equipo.
4. El poder al bat no lo es todo. Ayer, Japón le anotó un par de carreras a Estados Unidos basándose en la estrategia base por bolas – hit & run – elevado de sacrificio. Un solo hit bastó para hacerse de una carrera.
5. La velocidad en el brazo de los pitchers no lo es todo. ¿Le hubiera ido mejor a la selección mexicana de haber incorporado a otros pitchers de Liga Mexicana? Apostarle al pitcheo fogueado en Grandes Ligas es apostarle a la recta y a su velocidad. Quizás convenía probar las opciones locales: curvas, cambios de velocidad, tenedores, sliders y toda esa variedad de mentiras que hacen tan chispeante el juego latino y asiático.
1 comentario:
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saludos desde villahermosa
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