lunes, 22 de junio de 2009

Otro de José Emilio Pacheco

 

De “El reposo del fuego”

 

10

 

Sangre y humo alimentan las hogueras.

Nada mella el fulgor.

Y las montañas

reblandecen los siglos, se incorporan,

desbaratan su ritmo, son de nuevo

piedra,

mudez de piedra,

testimonio

de que nada hubo aquí,

de que los seres,

son del polvo también,

se tornan viento.

 

Ser de viento espectral, ya sin aullido,

aunque busque su fin, aunque ya nada

pueda retroceder.

El polvo es tiempo.

Es la tierra que da su fruto amargo,

el feroz remolino que suspende

cuanto aquí se erigió.

Sólo las flores

Con su orgullo de círculo renacen

y pueden esplender, soltar su aroma

y nuevamente en polvo convertirse.

 

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