Un brinco más o menos pensado en las charcas infinitas y únicas del arte es un asomo a eso que somos, a lo que predecimos –animales de búsqueda, de conductas: eso somos–, a lo que definimos con solo eso: un asomo. Increíble no necesitar más. Todo es contención y es en la música, la literatura, el cine y otros prodigios donde somos, realmente. Lo demás es un pretexto, una especie de hilo conductor para llevarnos de aquí para allá. Parece no haber nada en el poema y, sin embargo, nos dice. Esa música y esas letras son todas únicas y la misma: la diferenciación radica en la apertura de cada persona. La mayoría, ¡qué le vamos a hacer!, nomás no accede. Los demás sí que salimos bien y mejor de todo eso. Retozón hedonista, absurdo y caricia del tiempo, dale que dale con esa otra manera de ser y de ver: llámesele como sea, las opciones son enormes, la vacuidad no es tal y está completa.
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