Hace dos años, la publicación en un periódico danés de esta caricatura –el profeta Mahoma con una bomba y mecha encendida por turbante– provocó protestas en el mundo islámico. Países con tendencias incendiarias, como Irán, pidieron, sin miramientos, la cabeza del dibujante. Pasaron unas semanas y el asunto, parecía, se olvidó. Pues no: hace unos días, la policía danesa descubrió planes para asesinar al dibujante; ayer, TODOS los periódicos daneses, solidarios y altamente convencidos de la libertad de expresión, publicaron nuevamente la caricatura. ¿Qué siguió? Lo de siempre: disturbios, quema de autos, amenazas etc. Y me pregunto: ¿tan cegador es el cinismo del ala dura del Islam que no puede permitirse ni un asomo de sonrisa? Los mexicanos lo sabemos: la risa, cuando no ofende, lo cura todo. Pero no, tal parece que las Cruzadas no terminan y lo peor, créanme, es que desde el primer enfrentamiento con Occidente ya todo era un sinsentido mayúsculo. Además, ¿vienen ahora los fundamentalistas –violentos, torcidos, impúdicamente estúpidos– a dar lecciones de civilidad y entendimiento a Dinamarca, país escandinavo y ejemplo de sociedad? ¡Por favor!
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