
(After dark, el título original; y sí: libro para leerse de noche, como si lo que deja se llevase mejor en sueños)
Es una lástima: pasa, sí, con los mejores: hay nombres, autores, que se antojan imbatibles, alejados de ánimos perfectibles. Y, sin embargo, caen. En silencio, a veces; o estrepitosamente -como el otrora infalible Carlos Fuentes-. En mi caso, Haruki Murakami es, hoy, uno de ellos. A Murakami lo descubrí como se descubren las maravillas: por casualidad, sin quererlo. Estaba yo indeciso en una librería cuando una portada me llamó la atención: fondo en azul eléctrico, con el dibujo absurdo y de trazo ingenuo de una oveja sobre una estrella roja, el título: "La course au mouton sauvage" ("The wild sheep chase", en inglés). Ello, mas el sonoro nombre del autor, me hizo tomarlo, comprarlo, leerlo y alucinar, sorprendido y feliz. Vinieron después otras novelas, algunos cuentos y hasta una crónica de afanes terroristas. Al día de hoy, casi juro que los mejores novelistas vivos son él y un italiano excéntrico llamado Alessandro Baricco, otro genio. Pero ayer, al cerrar la última novela del japonés, no pude evitar sentir desasosiego: acababa de ocurrir lo inimaginable: Haruki Murakami, autor de libros apreciadísimos y perteneciente a mi gusto más íntimo, me había entregado a lo peor que me puede suceder al leer un libro: esperar, esperar, esperar sin encontrar. Y es que a esta novela el faltó punch, le falto concreción. Las muchas tramas -iniciando por todas partes, como en sus libros más gustados- no llevan a ningún lado, se quedan como esperando algo, no sé, un hilo conductor que no termina por llegar. Hay que hacerle, sin embargo, justicia: existe una historia subyacente deliciosa, que narra el acto de dormir de una muchacha, simplemente cansada, y que ya dura dos meses. Pero hasta ahí. Sí, claro, los personajes -su construcción, desarrollo y andar- son humanos, increíblemente humanos. Creo que solo John Steinbeck logró tal portento. Me quedé con ganas de más: es una lástima.
¿Se puede levantar un autor caído en el gusto del lector? Claro; de hecho, es esa esperanza abiertamente naïve la que nos mantiene al día, creyendo en la existencia de sutilezas y bellezas en la trama diaria de nuestra vida.
(Hoy por la mañana hice recuento de lo que me aguarda: tengo por ahí, esperando su momento, una novela y un libro de cuentos de Murakami. Espero, claro, lo mejor)
¿Se puede levantar un autor caído en el gusto del lector? Claro; de hecho, es esa esperanza abiertamente naïve la que nos mantiene al día, creyendo en la existencia de sutilezas y bellezas en la trama diaria de nuestra vida.
(Hoy por la mañana hice recuento de lo que me aguarda: tengo por ahí, esperando su momento, una novela y un libro de cuentos de Murakami. Espero, claro, lo mejor)
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